El juego fue prohibido por su alto contenido de violencia

Jonatan Söderström, principal diseñador del juego, ante la censura del juego en el territorio australiano, dió unasolución bastante inesperada (pero muy realista): Piratearlo.

Todo el revuelo mediático se armó a partir de un e-mail que envió un fan a los creadores, citando que quería comprar el juego para darle su dinero y apoyo ya que era uno de sus juegos preferidos, pero no quería tener que optar por una opción ilegal. Éste pedido de ayuda concluyó con una respuesta muy simple de Jonatan:

“Si el juego termina por ser prohibido Australia, sólo piratéalo luego de su lanzamiento.

No hay necesidad de que envíes ningún dinero, sólo disfruta el juego”

Siempre es bueno pagar por los juegos y proporcionar apoyo a quienes trabajaron muy duro por crearlo. En el caso en que las leyes de tu país delimiten lo que uno puede jugar o no, piratearlo siempre es una opción, aunque no la mejor.

En este caso, los Australianos tienen el permiso de los desarrolladores… Sin culpa, ¿no?

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