El juego es tan bueno que te hace preguntar ¿Cómo Guerrilla no hizo antes una aventura de mundo abierto?
Al fin: un apocalipsis sin chombis.
Horizon Zero Dawn se ubica centenares de años en el futuro de la Tierra. Su historia gira sobre una mujer llamada “Aloy”, la búsqueda de su origen y su destino. También es la historia de la caída de la civilización, luego de que robots zoomórficos destruyeran las ciudades y forzaran una involución tecnológica y cultural.
La humanidad, estructurada políticamente en tribus, convive con tecnología que no entiende. Entonces, guiada por el primigenio instinto de siempre, la transforma en religión. Esta introducción es para demostrar que, cuando quiero, puedo escribir en forma sobria.
En cuanto a la ambientación, si existe el “Steampunk” podríamos decirse que este sería un “Rockpunk”, pero algún despistado podría pensar que tiene algo que ver con “Los Ramones”. Lo cierto es que es una de las cosas que a primera vista atrapa del juego y que condimenta a la perfección la historia. Es como si Skynet se hubiera despertado entre el Neolítico y la Edad del Hierro y hubiera dicho “¡a la mierda con los robots antropomórficos, yo hago animalitos y dinosaurios!”.
Vamos a la historia en sí. Nuestra protagonista es una joven desterrada de su tribu cuando aún era un bebé. Su nombre que no se antoja casual y, para aquellos que han dejado pasar el detalle, por una letra no es “aleación” en inglés… no digo nada más, los dejo en un laberinto mental de suposiciones y teorías estrafalarias.
¿Qué “pecado original”, qué mancha de nacimiento pudo haber motivado el destierro de una recién nacida? Ese interrogante y la búsqueda de su madre, es la que impulsa a engancharse rápidamente con el juego. No pasará mucho tiempo hasta que, nuestra búsqueda personal y la esperanza de supervivencia de la humanidad, sean parte del mismo camino.
Cabe decir que la historia es muy buena, pero definitivamente Guerrilla necesita encontrar un punto medio en la forma en que encara la narrativa de sus juegos. En la saga Killzone ha sido una crítica recurrente lo poco que desarrolla y como desaprovecha un universo genial. En esta ocasión, un personaje sin peso que nos da una misión secundaria nos puede llegar a contar a qué edad comenzó a caminar su hijo. Nos queda la sensación de que alarga nimiedades y que podría haber hecho más foco en puntos más interesantes.
Dos tostados y un exprimido de PS4, por favor
Vamos a lo técnico, arrancando por decir que simplemente es increíble lo que ha hecho Guerrilla. Lo que ha exprimido la potencia de la PS4 está sólo a la altura de lo efectuado en Uncharted 4 y, quizás, hasta lo supere. El esmero en los gráficos, en los detalles, en las transiciones climáticas, del ciclo día/noche, las partículas. Y todo esto sin cargas intermedias, en un mundo abierto enorme, a cielo abierto y plagado de detalles. Y corriendo a unos casi imperturbables 30 fps.
Las animaciones son deliciosas, tanto la de los personajes humanos como la de los bichejos robóticos que tenemos que destripar, en las que cada uno de ellos tiene un movimiento distintivo del animal que representa.
Para aquellos que tienden a comprar juegos que vienen bien cargaditos de “chimichurri” gráfico, sólo por deleitarse de lo que su plataforma puede brindarles, sin dudas este es un juego obligatorio.
En cuanto al sonido, los efectos se imponen largamente sobre la banda sonora, que simplemente está para acompañar, pero no agrega demasiada emoción. No es mala, pero es chata y no resalta. Más aún contrastada con, por ejemplo, los sonidos que emiten los robots, una mezcla entre animal y voz sintética.
Las atracciones de Horizon Park
Tenemos que decir que Horizon no innova demasiado en lo jugable, sino que toma prestado elementos de una gran variedad de juegos y los combina excelentemente. Algunas piezas de los nuevos Tomb Raider, Assassin’s Creed y Witcher 3 son las que se pueden detectar con mayor facilidad. Arriesgamos a decir que hay alguna influencia de juegos de caza, sólo en lo que se refiere a elaborar las estrategias para cazar a los “roboanimales”.
Por otra parte, el crafteo tiene un lugar destacado. Es la mecánica que usaremos para abastecernos de utilidades, munición y mejorar capacidad de almacenaje. Además, nuestras armas y vestimentas tienen compartimentos especiales para poder agregarles mejoras y hacerlos más eficientes. Las materias primas y elementos se obtienen mediante la recolección de plantas, cazar la “fauna orgánica” o desde el drop que dejan los robots o humanos al ser eliminados. Aloy es una maestra del craft y no te deja ni un huesito sin usar: le das un jabalí y te craftea un bolso, tres patinetas y una cajita de escarbadientes.
En lo que se refiere a eliminar enemigos, tenemos varias formas de encarar la tarea. La más pobre es nuestra lanza, que dejaremos relegada para ataque sigiloso, hackeo de robots y movimientos de remate. El sistema de cuerpo a cuerpo es muy simplón y quedamos en desventaja hasta con los conejos silvestres. Terminaremos optando por las variantes más poderosas, como trampas, ballestas que colocan cazabobos y arcos. Estos dos últimos vienen en diferentes colores y sabores, cada uno con una potencia y gama de munición elemental diferente.
Con lo anterior, sumado a que los robots tienen puntos delicados con una función y una debilidad elemental específica, se establece una entretenida mecánica: intercambiar de arma o munición para ir destrozando de a poco al enemigo. Un cañon láser por acá, una celda de energía por allá… y de a poco, tumbaremos a los robots más poderosos.
También tiene un lugar privilegiado el sigilo, el cual será seguramente el inicio de todo enfrentamiento y la mejor forma de acabar con los enemigos. Si bien el sistema podría estar mejor pulido en varios aspectos, se puede decir que es correcto. Por dar un ejemplo, podemos chiflar para atraer enemigos, pero lo loco es que está extremadamente focalizado. Puede haber diez amenazas en las cercanías, pero Aloy tiene una puntería tal, que le encaja, justo en el medio de la oreja, un chiflidazo certero a una sola de ellas. Deal with it.
Por otro lado, la composición de actividades es muy amplia: desafíos de caza, desafíos por arma, misiones secundarias, primarias, búsquedas de centros de control, coleccionables, aniquilación de bandidos. Pero, al redondear las 10 horas de juego, nos va dejando la sensación que hay un claro desbalanceo hacia la cantidad en detrimento de la diversidad y, como consecuencia, de la calidad.
Para cerrar, Aloy dispone de una ayuda fundamental para facilitar sus actividades, un dispositivo neuronal o “Foco“, como ella lo llama. Este artilugio le permite escanear el entorno en busca de pistas, entidades, marcar enemigos, analizar patrones de patrulla y, quizás lo más fundamental, le informa a que tipo de ataque es más vulnerable los puntos débiles de los robots. Sobre esto último, hubiera sido mejor que, una vez escaneada, la información quede siempre a mano, porque es muy engorroso volver a sacar el Foco en medio de la lucha para refrescar la memoria. Es tan variada la cantidad de enemigos que hasta la memoria más sólida tiene dificultades.
Conclusión
Ponele la firma que sale una segunda parte. El Universo, la historia, el personaje, el nivel gráfico y una jugabilidad que, si bien necesita ajustes, está dentro de lo mejor de PS4. Pese a sus puntos flacos, es un juego obligatorio, sin dudas.