“Que alguien me diga que esto está en Early Access”
Es difícil explicar los sentimientos encontrados que me genera hacer éste análisis, habiendo crecido con Rare Ltd. (tambíen conocida como Rareware en sus épocas doradas) en lo que sería el primer auge de los video juegos, insertando el cartucho en mi consola y escuchando la preciosa melodía que abriría las puertas a una aventura inolvidable. Rare ya no es lo que era, eso es indiscutible, no obstante sería estúpido no darle una oportunidad después de tantos intentos fallidos de mezclar humor barato con nostalgia (te hablo a vos Nuts & Bolts). Todo indicaba a que Sea of Thieves era esa ansiada oportunidad que todos estábamos esperando darle, pero ¿Estábamos en lo correcto?
Sea of Thieves es un online multiplayer en donde el jugador toma control de un “temible” pirata que vagará por los enormes océanos para buscar vastos tesoros, combatir temibles enemigos e ir en búsqueda de grandes aventuras; aunque el primer desafío que el jugador deberá sortear son las fauces de Microsoft Store. El primer problema que encontramos es la mismísima app de Microsoft, que lejos está de ser cómodo e intuitivo, y mucho menos funcional. Podríamos dedicarle unas palabras a los problemas de servidores constantes, pero vamos a enfocarnos en la materia en cuestión.
Elegimos nuestro pirata creado de forma aleatoria (tranquilos, luego podrán modificar su apariencia en la partida) y nos metemos en una tripulación hecha de amigos o generada por match-making para comenzar nuestra gloriosa aventura. Y acá es donde arrancan los problemas propios de un juego que -todavía- huele a Early Access. La primera vez que nuestro compañero de mar pisa las tierras de Sea of Thieves se ve desconcertado por la falta de tutoriales. No hay ni una sola indicación de lo que deberíamos hacer, ni con quien hablar, más que empezar a averiguar por nuestros propios métodos cómo funciona este juego.
Manejar tu propia nave en Sea of Thieves es algo realmente satisfactorio, cumpliendo su función de adentrarnos en el mundo de los navíos comiéndonos el personaje de pirata con el simple hecho de alzar el ancla, izar las velas y marcar el rumbo. También tendremos los típicos problemas de bucaneros, como tener que tapar daños de bodega para no hundirse, sacar esa misma agua a baldazos y hasta mantenernos en pie si es que tomamos una copa de más (créanme, al menos sirve de algo vomitarle a otros jugadores). Pero al momento de elegir nuestra quest nos encontramos con opciones pobres de contenido qué pueden ser categorizadas de tres simples formas: ir a buscar un tesoro a X lugar, matar a cierto esqueleto y conseguir su calavera, o ir a una isla a capturar una gallina. Así de simples son. Todo esto para subir nuestro nivel en distintas categorías depende de la búsqueda que elijamos y conseguir dinero para comprar objetos que sólamente cambian nuestra apariencia: ropa, gorros, retoques faciales, entre otros. Más allá de eso… la nada misma. Y es acá donde el juego con un gran potencial se convierte en una suerte de Early Access carente de contenido -por el momento- y sin muchas opciones a nivel gameplay. Adentrarse en misteriosos mares llenos de secretos con amigos, batallar con otros jugadores y robarles sus tesoros, suena realmente enriquecedor aunque, a la larga, se hace repetitivo y hasta frustrante.
Además de estos tendremos eventos especiales que se darán por el resto del mapa, ya sea cuarteles embrujados, restos de otras tripulaciones que han sido destruidas y vagan por lo profundo del océano de las cuales podremos adquirir suministros y, sin falta, la posibilidad de encontrarnos con el mítico Kraken que aparecerá frente a nuestros ojos si estamos cargando con demasiados tesoros en nuestra bodega.
Eso si, una vez que nos subimos a nuestro barco y comenzamos a navegar vamos a ver uno de los entornos más hermosos que he visto por muchos años. El movimiento del mar, el juego de luces y el diseño caricaturesco hacen de Sea of Thieves una hermosa escena de película, queriendo capturar cada momento hasta para ponerlo de fondo de pantalla. Las vistas son espectaculares tanto en la superficie como cuando nos sumergimos en el océano para buscar algún tesoro perdido. Mismo con el apartado sonoro, siendo excepcionales desde el crujido de las maderas hasta los truenos de cada tormenta. Este apartado es irreprochable para los amigos de Rare.
Cabe destacar los infaltables guiños a sagas antiguas de Rare que dan el presente en este juego, como adornos de Banjo & Kazooie y Perfect Dark para nuestro navío, así como el primero de los eventos llamado “Golden Bananas”, clara referencia al mítico coleccionable de Donkey Kong 64.
Conclusión
Sea of Thieves es un niño en crecimiento, con potencial para graduarse de su actual estado oculto de acceso anticipado que nos intentan vender como juego completo. El apartado audiovisual es hermoso por donde se lo mire, aunque sus pobres opciones de gameplay hunden cualquier gran expectativa de sesiones de juego prolongadas, no teniendo un fin que no sea ser ”el más lindo” de los siete mares.