La tercera temporada del TWD de Telltale Games pasa sin pena ni gloria, y solo nos deja la esperanza de volver a Clementine
Como analista de los últimos juegos de Telltale Games ya estoy cansado de hablar de sus recurrentes problemas técnicos. Es redundante. Basta.
Desde su excelente trabajo con la primera temporada de TWD y The Wolf Among Us, el estudio quiso abarcar más de lo que le dan los brazos. Comenzó a lanzar productos genéricos, de pésimo rendimiento técnico, con historias que no estaban a la altura de las circunstancias y, principalmente, con un árbol de posibilidades en base a nuestras decisiones cada vez más acotado o irrelevante a con vista al futuro.
Gracias a esos magníficos trabajos con franquicias relacionadas a los comics, pasaron a firmar acuerdos con Marvel y DC, y hasta con franquicias pesadas fuera de ese ámbito como Game of Thrones y Borderlands.
¿El resultado? Pobre desde muchos aspectos, no solo desde lo técnico, sino desde lo argumental y la toma de decisiones, su aspecto más sólido. “El que mucho abarca poco apreta”, diría mi vieja.
Pero en fin, tratemos de dejar atrás mi catarsis y desilución con Telltale Games y vayamos al análisis del quinto y último capítulo de esta tercera temporada de TWD, denominado “Desde la galera”. Cuac!
¿Nueva Frontera? Ponele
El subtítulo de esta tercera temporada nos daba una pista. Una vez más se cambiaba de protagonista, pero esta vez con una historia alejada de la original y con una Clementine desplazada a un segundo plano. El estudio buscaba una nueva frontera, un nuevo rumbo que, finalmente, terminó desechando sobre el final de la aventura.
“A New Frontier” no es en su totalidad el comienzo de algo nuevo, sino que se queda en esta temporada. Una temporada que arranca y cierra la historia de Javier García y su familia y que nos deja abiertas las puertas para una nueva odisea protagonizada por la nena mimada de Lee (como te extrañamos, negro).
Finales y su relevancia
La segunda temporada nos planteaba 3 finales muy distintos según nuestras decisiones, lo que llevó a que los usuarios especulen con una tercera entrega más personalizada que nunca. Pero eso no pasó.
Las elecciones anteriores pasaron a ser parte de flashbacks de Clementine en los que se nos contaba qué había pasado con ella en los años que no la vimos. Pero el comienzo de “A New Frontier” era el mismo para todos. De personalización, como verán, poco.
Personajes vacíos, historias para el olvido
Eso si, la evolución de los nuevos personajes estuvo bien, con un desarrollo coherente de principio a fin, pero así y todo la cosa no funcó.
El carisma de la primera camada es inigualable, dejaron la vara demasiado alta, a tal punto que todavía recordamos casi todos sus nombres, caras, diálogos, escenas en las que participaron y demás razgos.
Con el nuevo reparto nunca llegué a empatizar, incluso Clementine se me hizo lejana, casi desconocida. Un evidente fallo del estudio a la hora de desarrollar la aventura, cada vez más corta y pasatista. ¿Será que TWD ya no tiene más lugar para la evolución, para la sorpresa? Habrá que plantearse esa idea. Aunque creo que siempre hay una forma.
Y si a esos problemas le sumamos la poca evolución de los gestos y modelados de personajes en los casi 5 años de aventuras que lleva Telltale en las espaldas…bueno, estamos en problemas.
¿Desde la galera?
De este último capítulo no hay mucho para agregar. Los problemas técnicos continuan, las relaciones desarrolladas durante la temporada se cierran, los finales de algunos personajes pueden variar según nuestras decisiones y Clementine se pierde en el horizonte y nos espera nuevamente al final del camino.
No mucho más.
En cuanto a su duración…Hora, hora y cuarto, muy al estilo de toda la temporada. Capítulos cada vez más cortos.